En un contexto donde la transición energética se presenta como un desafío global, Úrsula Von der Leyen establece un plan ambicioso para acelerar el uso de energías renovables. Mientras tanto, la OPEP se opone a esta visión, subrayando la permanencia del petróleo en la matriz energética mundial.
El 24 de septiembre, Úrsula Von der Leyen, presidenta reelecta de la Comisión Europea, pronunció el discurso inaugural de la Cumbre Mundial sobre Energías Renovables en Nueva York. En el evento, organizado en el marco de la 79ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, Von der Leyen hizo hincapié en la necesidad de “redoblar los esfuerzos” para alcanzar los nuevos objetivos globales propuestos, que consisten en triplicar las energías renovables y duplicar el ahorro energético para 2030.
Para ello, sentenció cuatro áreas de acción fundamentales: en primer lugar, destacó la importancia de la planificación. “Los gobiernos deben integrar nuestras ambiciones globales en sus políticas climáticas nacionales, mostrando cómo contribuirán a los objetivos globales durante esta década,” afirmó. En Europa, ya se están logrando avances: en el primer semestre de 2023, el 50% de la electricidad en la Unión Europea provino de fuentes renovables. Sin embargo, reconoció que el trabajo está lejos de concluir.
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