La gran apuesta de Europa para estimular la economía cero emisiones y volver a plantar cara a China y EE. UU. tiene grandes retos que superar.
Pandemia, guerra en Ucrania y en Gaza y roturas de la cadena de suministro globales, la última la de estas semanas en el mar Rojo. Todos ingredientes de un cóctel que ha puesto en evidencia la dependencia estratégica de Europa respecto a productos como el gas natural, el petróleo, los cereales, los semiconductores, etc. Además, la confrontación que mantienen EE. UU. y China (ambas con políticas cada vez más proteccionistas) y la aprobación del gobierno Biden de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) en 2022 para estimular el desarrollo industrial han terminado de motivar, según los analistas, el plan europeo de reindustrialización. Un proyecto que tiene su base en la descarbonización, no solo por motivos climáticos, sino también por motivos de competitividad. Es la baza que juega la Comisión para volver a poner al continente en el mercado mundial.
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