Noruega avanza con decisión en el camino de convertirse en el país líder en captura y almacenamiento de dióxido de carbono (CO2), una de las soluciones que debe ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
El Parlamento noruego dio luz verde a mediados de diciembre al presupuesto del Ministerio de Petróleo y Energía, que incluye la financiación del proyecto Northern Lights, la primera parte de un enorme proyecto de captura y almacenamiento de CO2(CCS por sus siglas en inglés), liderado y sufragado mayoritariamente por el Gobierno noruego. Bautizado con el nombre de Langskip (Longship en inglés), haciendo referencia a los barcos vikingos, se trata del primer gran proyecto a escala global, ya que tiene el objetivo de que también otros países europeos utilicen esta futura infraestructura para almacenar su CO2.
El dióxido de carbono quedará almacenado a 2.600 metros de profundidad en el mar del Norte
El Longship tiene el objetivo inicial de capturar CO2 de una planta de cemento de los alrededores de Oslo y enviarlo en estado líquido a una terminal en la costa oeste de Noruega. Desde allí, el CO2 licuado será transportado por tubería a un lugar de almacenamiento a 2.600 metros de profundidad en el mar del Norte, donde quedará retenido de forma permanente. La intención es poder hacer lo mismo con las emisiones de una incineradora de residuos, y extenderlo más adelante a otras industrias contaminantes.
El Northern Lights es el proyecto encargado del transporte y almacenamiento del CO2, fruto de una sociedad conjunta de la empresa noruega de petróleo y gas Equinor (antigua Statoil), la angloholandesa Shell y la francesa Total. Las grandes petroleras son pioneras en el desarrollo de esta tecnología, ya que la captura, transporte y almacenamiento de carbono supone un proceso similar al de su actividad tradicional de producción y transporte de hidrocarburos. Además, el almacenamiento requiere un conocimiento geológico que estas empresas ya poseen, y los viejos yacimientos agotados son potenciales depósitos.
El país se convertiría en el líder de esta tecnología para reducir las emisiones en la atmósfera
Se prevé que las instalaciones estén operativas en el 2024 y tengan una vida útil de 25 años. En la primera fase, el proyecto Northern Lights pretende capturar y almacenar 1,5 millones de toneladas de CO2 anuales, hasta un total de 40 millones. Si se decide llevar a cabo una segunda fase de desarrollo, podría ampliarse la capacidad de almacenamiento hasta cinco millones de toneladas anuales. La experiencia con la operación de la planta en la fase uno será crucial para saber cuánto CO2 se puede almacenar en el depósito.
Tras la luz verde del Parlamento noruego a asignar fondos para la implementación del Longship y otorgar ayudas estatales, el Gobierno de Erna Solberg ratificó su liderazgo en el proyecto. El coste estimado de construcción y operación del Longship es de 25.100 millones de coronas noruegas (unos 2.400 millones de euros), y el Estado noruego cubrirá unos 1.600 millones de euros, lo que supone alrededor de dos tercios del total. Equinor, Shell y Total presentaron su plan de desarrollo en mayo, comprometiendo una inversión de unos 662 millones de euros.
El plan es fruto de una sociedad conjunta de las energéticas europeas Equinor, Shell y Total
“La captura y almacenamiento de carbono es importante para lograr los objetivos del Acuerdo de París”, subrayó la ministra noruega de Petróleo y Energía, Tina Bru, que destacó que el Longship es el mayor proyecto climático de Noruega y es “viable” gracias al trabajo conjunto con la industria. Según el consejero delegado de Equinor, Anders Opedal, se trata de un proyecto “pionero” para reducir las emisiones industriales de Noruega y Europa. Según el periódico noruego E24 , el año pasado Equinor firmó cartas de intención con varios actores de la industria que considerarían almacenar CO2 en la plataforma noruega, como la multinacional francesa Air Liquide, el gigante siderúrgico Arcelor Mittal y la petrolera sueca Preem. “Hemos visto un gran interés; hemos firmado nueve cartas de intención, y además tenemos más de 50 empresas que nos han contactado para solicitar información”, explicó el consejero delegado de Equinor.
El Longship llega menos de una década después de que Noruega descartara otro ambicioso proyecto de CCS, que el entonces primer ministro Jens Stoltenberg comparó con un “aterrizaje lunar”. Finalmente, la complejidad y los elevadísimos costes lo hicieron inviable. Pero los tiempos han cambiado.
Fuente: La Vanguardia