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La ONU urge a cambiar el sistema alimentario para salvar el planeta

Cambiar la forma en la que la población mundial se alimenta, con más legumbres, frutas, verduras y frutos secos y con menos carne, podría evitar para 2050 una ingente cantidad de emisiones de efecto invernadero. En concreto, ocho veces las que genera el transporte de toda la Unión Europea al año (o lo que es lo mismo, hasta 8 gigatoneladas de CO2). Y esta es solo una de las contribuciones que puede lograr el sistema alimentario para que el planeta no supere los 2ºC de calentamiento fijados en el Acuerdo de París, la barrera a partir de la cual se muestra la peor cara del cambio climático.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU publicó este jueves un informe especial con recomendaciones sobre el uso del suelo. En él, los autores hacen un llamamiento a aumentar la masa forestal, reducir el uso de tierra para cultivos y ganadería, aplicar mejoras técnicas en su gestión, así como avanzar hacia dietas bajas en emisiones y reducir el desperdicio alimentario. Porque, dice el texto, mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados solo se puede lograr reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero de todos los sectores, incluido el uso de la tierra y el sistema alimentario.

El crecimiento de la población mundial y los cambios en el consumo de alimentos, piensos, madera y energía han causado «tasas sin precedentes» de explotación de la tierra y agua dulce, dice el informe. Hoy 500 millones de personas viven en lugares que se han convertido en desiertos y la tasa de pérdida de suelo es entre 10 y 100 veces más rápida de la tasa de regeneración. Pero la adopción de medidas climáticas junto con un modelo más sostenible de explotación de la tierra podría reducir el riesgo «para millones de personas» de eventos climáticos extremos, desertificación, degradación de la tierra e inseguridad alimentaria, según los autores.

Agricultura: cultivos diversos y resistentes

La agricultura, la silvicultura y otros tipos de uso de la tierra representan el 23% de las emisiones humanas de gases de efecto invernadero. Si se incluyen en esta cuenta los gases generados durante el resto del proceso productivo (como el transporte necesario en su distribución), la cifra llega al 37%. Con una población creciente a la que alimentar, la previsión es que las emisiones sigan aumentando. Además, solo la agricultura aglutina el 70% del uso mundial de agua dulce. Por eso, el IPCC destaca el potencial que tienen medidas como una mejor gestión de los fertilizantes y de los cultivos (con la introducción de variedades con mejoras genéticas para resistir el calor y la sequía, por ejemplo, o recurrir a la diversificación de cultivos) para luchar contra el cambio climático y sus efectos.

Ganadería: razas con mejoras genéticas

Para la ganadería, las propuestas del IPCC incluyen una mejor gestión de las tierras de pastoreo, una mejor gestión del estiércol, una alimentación de mayor calidad y el uso de razas con mejoras genéticas. «El potencial técnico total de mitigación de las actividades agrícolas y ganaderas, y la agrosilvicultura se estima en 2,3-9,6 gigatoneladas de CO2 para 2050», recoge el informe. Según la ONU Medio Ambiente, en 2017 se emitieron en todo el mundo 53,5 gigatoneladas de dióxido de carbono, y el objetivo es reducirla a unas 42 para 2030.

Consumir menos carne

Desde los años 60, el consumo de aceites vegetales y carne se ha más que duplicado y la aportación de calorías en la dieta ha aumentado en aproximadamente un tercio. Por eso, los científicos del IPCC apuntan a que cambiar la forma en la que la población mundial se alimenta, con más legumbres, frutas, verduras y frutos secos y menos carne, es un pilar importante en la lucha contra el cambio climático. No se trata de ser vegano o vegetariano, sino de que la carne que se consuma sea menor en cantidad y haya sido producida de forma sostenible. «Algunas opciones dietéticas requieren más tierra y agua, y causan más emisiones de gases que atrapan el calor que otras», explicó Debra Roberts, copresidenta del Grupo de trabajo II del IPCC. Al llevar una dieta basada en vegetales, se podrían liberar «millones de kilómetros cuadrados» que hoy están destinados a la ganadería intensiva y así evitar emitir para 2050 entre 0,7 y 8 gigatoneladas de CO2.

Evitar el desperdicio

Entre un 25 y un 30% de los alimentos producidos se pierde o acaba en la basura. Un desperdicio que es responsable de entre el 8% y el 10% de todas las emisiones de efecto invernadero, según las estimaciones del IPCC. Por eso, los expertos llaman a ajustar el nivel de producción, aplicar medidas educativas, o mejorar las técnicas de almacenamiento, transporte y empaquetado. De esta forma, estiman que se podrían «liberar» millones de kilómetros cuadrados que podrían destinarse, por ejemplo, a la reforestación.

Seguridad alimentaria

El informe destaca que el cambio climático está afectando ya a los cuatro pilares de la seguridad alimentaria. Y según aumente la temperatura del planeta (y por tanto la magnitud y la frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos), la seguridad alimentaria irá disminuyendo: caerá el rendimiento de la tierra, especialmente en los trópicos, aumentarán los precios de los alimentos, se reducirá la calidad de los nutrieres que aportan y serán más probables las interrupciones de la cadena de suministro. En un escenario con un crecimiento medio de la población, con la aplicación de ciertos avances tecnológicos y un consumo en la línea de la tendencia actual, los modelos económicos y de cultivos mundiales proyectan un aumento medio del 7,6% en los precios de los cereales en 2050 debido al cambio climático, lo que incrementaría el precio de otros alimentos y llevaría un mayor riesgo de inseguridad alimentaria.

Bosques: frenar la deforestación

Mientras los bosques pueden absorber los gases de efecto invernadero, la desertificación y la deforestación pueden amplificar el calentamiento como consecuencia de la pérdida de la cubierta vegetal y la erosión del suelo. Por eso, reducir la deforestación y la degradación forestal podría lograr la reducción de entre 0,4 y 5,8 gigatoneladas de CO2.

Actuar pronto

El informe concluye que adoptar medidas de forma inmediata, reduciendo las emisiones y aplicando una gestión sostenible de la tierra, podría evitar que «millones de personas» estén expuestas en el futuro a eventos climáticos extremos, desertificación, degradación de la tierra e inseguridad alimentaria. Dilatarlo podría, en cambio, tener «impactos irreversibles» en los ecosistemas y acelerar el calentamiento global.

Fuente: ABC