¿Cómo afecta la crisis climática a las empresas? ¿Cuál es el riesgo de no tomarse en serio la emergencia climática? Mi presencia en la COP26 de Glasgow como parte de la delegación de la FEC me indica que, ahora sí, los líderes empresariales y financieros parecen realmente preocupados por la situación y quieren actuar de forma decidida. Sin embargo, la respuesta a las preguntas no es evidente, pues los impactos del cambio climático dependen de cada lugar y del horizonte temporal que consideremos. En este tema los objetivos a corto plazo deben ir enmarcados en una estrategia a medio plazo. Ello hace que la respuesta de las empresas a la emergencia climática sea difícil de calibrar y planificar, depende mucho del sector, de la cadena de valor, de la ubicación, etc. Sin embargo, ninguna empresa que se proyecte al futuro puede ignorar los riegos climáticos y no puede dejar de contribuir al proceso hacia la neutralidad climática de nuestra economía, por muchos motivos.
El primer motivo es más bien egoísta (en el buen sentido), pues la emergencia climática puede afectar a las empresas de muchas formas, directa e indirectamente. La forma más evidente es la posibilidad de daños a las infraestructuras por inundaciones u otros fenómenos meteorológicos extremos, pero también por un aumento de los costes de producción relacionados con el aumento de temperatura o el encarecimiento de la energía. Pero las ramificaciones de la emergencia climática son muchas y a veces poco evidentes, pudiendo afectar a toda la cadena de valor. Por ejemplo, una sequía que afecte a regiones productoras de grano puede poner en peligro el suministro de materias primas para la industria agroalimentaria y otras industrias, afectando a la disponibilidad y precio de los piensos o de productos básicos como el pan o la carne (algo que ya ha ocurrido y que se acentuará en el futuro). Otro ejemplo, una inundación extrema en Bangladesh puede afectar la producción del sector textil. A medio plazo, la subida del nivel del mar va a afectar gravemente la industria turística en la costa, ya que, junto con la mayor frecuencia o intensidad de temporales marinos, van a causar daños crecientes a las infraestructuras y provocará la desaparición progresiva de nuestras playas (que no tienen espacio para adaptarse). Un medio plazo que puede ser relativamente corto, pues estudios recientes alertan del deshielo acelerado de un gran glaciar de la Antártida que en los próximos 10 años podría causar una subida del nivel del mar de 60 cm. También puede ser muy desestabilizadora una diáspora masiva de ciudadanos en países donde las temperaturas llegan a ser extremas o el nivel del mar inunda parte de los territorios. En fin, podría seguir con una lista interminable de ejemplos, pero parece claro que cada sector y empresa debe considerar sus riesgos climáticos y marcar objetivos ambiciosos de neutralidad climática.
Todos debemos implicarnos en reducir drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero para acercarnos lo más rápidamente a la neutralidad climática. No podemos pretender simplemente adaptarnos al cambio climático (que también), hay que atacar la causas. El tiempo se agota y los daños (crecientes) pueden ser catastróficos para nuestra economía y para nuestras vidas. Además, contribuyendo a la neutralidad climática, las empresas son más eficientes, están más alineadas con la sociedad y mejor posicionadas en el mercado. Pero, de nuevo, la dificultad surge en la cuantificación de costes y beneficios. ¿Cuál es el valor añadido para una empresa cuando se posiciona en relación a la emergencia climática? A menudo es difícil de cuantificar los beneficios, pero seguro que son reales y crecientes. Aunque lo podemos plantear al revés: ¿cuál es el precio que pagaran las empresas por no posicionarse frente a la crisis climática? ¡Seguramente éste es el riesgo más elevado para muchas empresas! En cualquier caso, existen cada vez más métodos para analizar cuáles son los costes y beneficios para las empresas que se proponen ser más resilientes al cambio climático.
La resiliencia implica no sólo una capacidad de adaptación a condiciones adversas sino también una comprensión de las causas de esta adversidad y una acción decidida para reducir los factores que la provocan. Con este objetivo trabaja el Centro en Resiliencia Climática, liderado por el Centro Tecnológico de Cataluña (EURECAT) y constituido por un núcleo impulsor de once instituciones del campo científico-tecnológico, administraciones, fundaciones y ONGs, entre las que se encuentra la Universitat Rovira i Virgili, el Ayuntamiento de Amposta, la Generalitat de Cataluña y la Fundación Empresa y Clima. Nuestro objetivo es acompañar a las empresas, administraciones y territorios a realizar la necesaria transición ecológica de forma eficiente. ¡No hay tiempo que perder!
Carles Ibáñez Martí
Director Científico del Centro en Resiliencia Climática y Coordinador de la Línea de Cambio Climático de EURECAT.
Empresa Miembro de la Fundación Privada Empresa y Clima