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EEUU vuelve al Acuerdo de París, cambio de rumbo en la política energética mundial

Científicos climáticos de todo el mundo miran con expectación la victoria de los demócratas en Estados Unidos. En estos cuatro años, el presidente Donald Trump ha cuestionado que el cambio climático fuera real. Su negacionismo tumbó toda la normativa de la ‘era Obama’ destinada a cambiar el modelo de producción basado en combustibles fósiles.

Sin embargo, la política energética y climática de Joe Biden podría suponer un viraje de 180 grados. La inclinación de ese cambio dependerá en gran medida de quién tenga mayoría en el Senado. Pero hasta enero no se sabrá.

Mientra tanto, el presidente electo ya ha anunciado como prioritario que EEUU vuelva al Acuerdo de París y que invertirá unos 1,7 billones de dólares (1,684 billones de euros) en un programa masivo de empleos verdes para construir infraestructura de energía renovable durante estos próximos cuatro años. Los demócratas quieren acabar con las ayudas a los combustibles fósiles y prohibir los nuevos permisos de petróleo y gas en tierras públicas.

«Para la industria del petróleo y el mercado internacional lo que realmente ha revolucionado los precios (este lunes) es la vacuna de Pfizer y BioNTech», explican a Invertia fuentes de un fondo de inversión especializado en mercado de materias primas, «pero a medio plazo, si se produce la ‘Ola Azul’ en el Senado, es decir, mayoría demócrata, podría acelerarse la transición energética en EEUU».

Esto tendría consecuencias globales. «Si aprueban más restricciones para controlar las emisiones de CO2, perjudicaría a la industria de petróleo y gas estadounidenses, pero sería muy positivo para el mercado de las commodities, y beneficiaría a las petroleras de otros países porque subiría el precio del crudo».

Por tanto, es importante conocer cuál es la política energética de EEUU, «su industria de Oil & Gas es la válvula de ajuste de precios para el mercado internacional», concluyen las mismas fuentes.

Emisiones de CO2

Para el exvicepresidente y ahora presidente electo, el calentamiento global es un desafío que define una era y combatirlo es una oportunidad económica. En 2050, a más tardar, llevaría al país a cero emisiones netas de gases de efecto invernadero según el plan.

La propuesta de Biden es muy ambiciosa. Mayor que los planes que presentó durante las primarias demócratas e incorpora ideas políticas, como invertir en comunidades desfavorecidas, que atraen al ala liberal del partido y a los votantes climáticos que se mostraban escépticos con él.

Climate Action Tracker (CAT), un grupo ambientalista de análisis, asegura que, si se cumple, el plan de Biden reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero en aproximadamente 75 gigatoneladas de dióxido de carbono para 2050, disminuyendo calentamiento global en 0,1°C a finales de siglo.

«La victoria de Joe Biden es un giro radical a las políticas climáticas de Trump», ha explicado a Invertia José Luis García Ortega, responsable de Energía de Greenpeace, «sus decisiones iban en contra de toda lógica, no solo ambiental, sino también económica y social».

Petróleo y gas esquisto

El único aspecto de política energética en el que coincidían ambos líderes norteamericanos era en proteger a la industria del fracking. «Sin embargo, si asume su responsabilidad climática, una de las primeras decisiones debería ser retirar todo tipo de ayudas a las empresas de gas y petróleo esquisto», señala García Ortega.

Una industria que ha sufrido mucho con la pandemia y que aún no se ha recuperado porque los precios del petróleo siguen muy por debajo de los niveles que le permite ser rentable.

Durante esta última década, el auge del esquisto convirtió a EEUU en el mayor productor del petróleo del mundo y en una potencia de las exportaciones de energía, lo que le ha permitido presumir de «dominio energético» hasta ahora.

Hay alrededor de 9.000 productores independientes de petróleo y gas natural en Estados Unidos. Estas empresas operan en 33 estados y emplean una media de sólo 12 personas. Alrededor del 91% de los pozos petrolíferos estadounidenses son propiedad de productores independientes y producen el 83% del crudo del país y el 90% de su gas natural.

Pero el coronavirus ha precipitado a la ruina y a la bancarrota a muchos de ellos. La llegada de Biden bien podría ser la puntilla.

Influencia por países

Este es un punto de inflexión histórico para la política energética mundial. EEUU, ahora más acorde con los compromisos de París, se suma así a grandes potencias que además son grandes contaminadores.

Por un lado, la Unión Europea, que quiere liderar ese cambio en las políticas energéticas. El Green Deal se presenta para hacer de Europa el primer continente con cero emisiones de efecto invernadero.

Por otro, el poderoso sudeste asiático con China a la cabeza, ya que hace unas semanas anunció que sería neutro en carbono en 2060. Le siguen Japón y Corea del Sur, y con ellos dos tercios de la economía mundial y más del 50% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.

«Pero no es suficiente con esto, incluso si todos estos países cumplen con los objetivos climáticos, este siglo terminará con una subida media del planeta de 3ºC», continúa el experto en Energía.

Y mientras Europa y Asia se suman a esa lucha, hay otros grandes países que no terminan de dar el paso.

«Al Brasil de Bolsonaro nadie le espera, es otro negacionista como Donald Trump. También falta por ver cómo reaccionará México, cuyo presidente es un nacionalista fósil que está obstaculizando el desarrollo de las renovables».

Hay más. «Países como Indonesia, con una política forestal destructiva, o Sudáfrica, otro país clave, siguen estancados en el consumo de fósiles como el carbón». En el caso de Australia o India, «son muy contradictorios, tanto uno como otro defienden las renovables pero por otro, son grandes productores y consumidores de carbón».

En Australia, por ejemplo, hay estados que han sobrepasado el 100% de su capacidad solar, «de hecho, es el país con más autoconsumo del mundo» pero una potencia en exportación de carbón».

Y atención con Vietnam. «Su crecimiento económico es meteórico, pero está basado en el consumo del carbón, financiado desde China, porque son la fábrica del mundo», añade el responsable de Greenpeace.

Por último, también hay que contar con la posición de Rusia, el cuarto mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo. Hace tres días su presidente, Vladimir Putin, firmó un decreto para intentar reducir las emisiones para 2030 hasta un 30% por debajo de los niveles de emisión de 1990.

«Es un problema planetario, que tenemos que arreglar entre todos, la responsabilidad es mundial», concluye García Ortega.

10 medidas climáticas

Durante la carrera por la presidencia de EEUU, los demócratas presentaron al menos 10 acciones ejecutivas para llevar a cabo de inmediato:
1. Exigir límites agresivos de contaminación por metano para nuevas operaciones de petróleo y gas.
2. Impulsar, con 500.000 millones de dólares cada año, los vehículos de energía limpia y cero emisiones.
3. Garantizar que todas las instalaciones públicas sean más eficientes.
4. Reducir las emisiones en el transporte. Para ello, se desarrollará una Ley de Aire Limpio y nuevos estándares más rigurosos para electrificar los vehículos.
5. Duplicar los combustibles líquidos del futuro, por ejemplo los biocombustibles avanzados, que hacen de la agricultura una parte clave de la solución al cambio climático. Este sector puede crear puestos de trabajo y nuevas soluciones para reducir las emisiones en aviones, embarcaciones oceánicas y más.
6. Nuevos y agresivos estándares de eficiencia en edificios y electrodomésticos.
7. Compromiso para que toda inversión federal en infraestructura incluya la reducción de emisiones y exigir que cualquier decisión federal sobre permisos considere los efectos de las emisiones de gases de efecto invernadero y el cambio climático.
8. Exigir a las empresas públicas que divulguen los riesgos climáticos y las emisiones de gases de efecto invernadero en sus operaciones y cadenas de suministro.
9. Proteger la biodiversidad y aprovechar las soluciones climáticas naturales mediante la conservación del 30% de las tierras y aguas de Estados Unidos para 2030.
10. Proteger los tesoros naturales de EEUU. Proteger permanentemente el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico y otras áreas afectadas por el ataque del presidente Trump a tierras y aguas federales. Establecer parques nacionales y monumentos que reflejen el patrimonio natural de EEUU. Prohibir nuevos permisos de petróleo y gas en tierras y aguas públicas. Modificar las regalías para tener en cuenta los costes climáticos. Establecer programas específicos para mejorar la reforestación. Por último, desarrollar energías renovables con el objetivo de duplicar la energía eólica marina para 2030.

Fuente: El Español