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COP de Marrakech. Ana Peña de Ferrovial. Octubre de 2016

A pocas semanas de celebrarse la COP de Marrakech, las expectativas son altas.

Partimos de un acuerdo firmado en la anterior COP, la de París, que supone un gran logro para la gran mayoría de las fuentes consultadas pero que no satisface a otros muchos.

Sin embargo, todos opinan que el acuerdo supone un gran reto al tener que movilizar a todos los agentes implicados para alcanzar el objetivo de que la temperatura a final de siglo quede por debajo de los 2 grados respecto a los niveles preindustriales y, perseguir los esfuerzos para limitar el aumento a 1,5 grados para evitar los impactos catastróficos del cambio climático.

Estos retos requieren la involucración de muchas partes, entre las que se encuentran los países, las empresas y la sociedad principalmente.

Desde mi punto de vista los gobiernos tienen un papel fundamental en este escenario. Tienen la potestad de legislar y, por tanto, la varita mágica para movilizar los recursos en la lucha contra el cambio climático. A través de esta vía y de la apuesta por la sensibilización, empujarán a las empresas y a los ciudadanos hacia economías bajas en carbono.

De momento, los países firmantes del Acuerdo de París han presentado sus INDCs (Intended Nationally Determined Contributions) que son las contribuciones a nivel país que marcarán la Hoja de Ruta hacia una economía baja en carbono en los próximos años. Estas contribuciones deberían ser suficientes para alcanzar el objetivo de temperatura marcado, pero hay voces que dicen que no lo son y que además las emisiones no han tocado techo. Por esta razón, estos compromisos deben ser revisados cada cinco años. Este aspecto va a ser muy interesante porque se espera como resultado, unas contribuciones cada vez más ambiciosas basadas en la identificación de aquellas actividades con elevado potencial de reducción de emisiones. A pesar de que se está viendo un desacoplamiento entre crecimiento y emisiones, puede darse el caso que algunos países aumenten sus emisiones asociadas a un aumento del crecimiento económico.

Desde el punto de vista empresarial, son muchas las empresas que están ansiosas por saber las reglas de juego, es decir, si se va a imponer tasas a las emisiones y al consumo de ciertos combustibles,  si  se va a establecer  nuevos mercados de derechos de  emisión,  si  se  van a incluir nuevos sectores en los mercados actuales o si por lo contrario, se va a beneficiar a aquellas que aporten un valor añadido. La realidad es que las empresas ya están analizando los riesgos y las oportunidades relacionadas con el Cambio Climático y por esta razón, piden que se aclare si se impondrá o no un precio al carbono para poder cuantificar los mismos.

En línea con esto, algunas empresas ya han establecido objetivos de reducción. En algunos casos, son en términos absolutos y en otros en términos relativos de facturación. Muchos agentes externos valoran los términos absolutos, pero lo más realista es establecer  objetivos en términos relativos que contemplan un desacoplamiento entre el crecimiento y las emisiones. Para cumplir con ésto, las empresas están realizando esfuerzos e implantando numerosas medidas que van acompañadas de altas reducciones.

Aquí toma relevancia la importancia que el acuerdo da a la innovación en nuevas tecnologías. En este sentido las empresas han identificado una amplia gama de oportunidades de negocio en soluciones como eficiencia energética, movilidad sostenible, valorización de residuos o infraestructuras más sostenibles en la vertiente de la mitigación, como en la de la adaptación como el vector agua. Las empresas y gobiernos pueden hacer uso de los mecanismos de financiación establecidos en el acuerdo para hacer viable algunas de estas oportunidades en países en desarrollo.

En cuanto a la contabilización de las emisiones y absorciones de gases de efecto invernadero, el acuerdo establece un marco de transparencia para garantizar la información sobre las mismas. Y es que, muchas veces, nos hemos preguntado sobre la metodología seguida por los países para cuantificar emisiones y reducciones, sobre si siguen la misma y si son comparables. Tal vez, bajo el paraguas de este punto, se establezca un mecanismo de contabilización que permita que los datos sean auditables.

Sin duda, muchos de estos temas estarán presentes en Marrakech dónde se espera una COP más técnica.

Ana Peña Laseca
Responsable de Cambio Climático y Calidad
Ferrovial

Empresa Miembro de la Fundación Empresa y Clima

A_opinión_Ana_Peña_Ferrovial_Octubre 2016