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La ONU da un tímido paso sin completar la senda contra la emergencia climática

La Cumbre de Acción Climática organizada por la ONU ha concluido con un resultado modesto y ambivalente. No hay nuevos acuerdos políticos, sencillamente porque la conferencia -que ha reunido a decenas de jefes de estado- no tenía este objetivo. Siguen faltando los hitos necesarios para completar la senda contra la emergencia climática y lograr una economía neutra en emisiones de gases invernadero para el 2050.

Sin embargo, la ONU ha ganado un indudable crédito en su búsqueda de un gran alianza social (jóvenes, ciudades, empresas innovadoras…), la estrategia seguida para exigir a los gobiernos que asumen de verdad de la crisis ecológica..

Las espadas siguen en alto entre quienes buscan fortalecer el Acuerdo de París y los lobbies que se resisten a favorecer la transición energética y la justicia climática.

Ni el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, ni nadie esperaba que de este encuentro saliera un pacto. “El resultado ha sido positivo”, valoró Guterres.

La gran plataforma

La conferencia se diseñó con el ánimo de organizar una gran plataforma de intercambio de experiencias, proyectos e iniciativas (las mejores referencias) como modo de forzar a los gobiernos más o menos recalcitrantes a presentar nuevos planes para mejorar sus contribuciones firmadas en el Acuerdo de París del 2015.

El balance de las intervenciones de los representantes gubernamentales deja un sabor agridulce.

Un total de 77 países han asumido el compromiso de lograr que hacia 2050 el planeta consiga un balance neto de emisiones; es decir, una economía descarbonizada (donde la generación de gases se equilibre con su absorción en sumideros, como los bosques, u otras tecnologías que los mitiguen o neutralicen) .

Pero no olvidemos que el 2050 marca una meta estratégica, a largo plazo y que de que lo que se trata ahora y aquí es fundamentalmente de situar un hito más cercano, un punto intermedio para hacer creíble ese horizonte: lograr una reducción de emisiones del 45% para el 2030, un paso previo necesario para seguir la senda correcta para mitad de siglo (y detener el desbocado y peligroso aumento de temperaturas).

Y en este punto, el avance es muy modesto.

Poco antes de iniciarse la cumbre, se informó que concretamente 75 naciones, que representan el 37% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero -en gran parte países en vías de desarrollo- tienen previsto incrementar su ambición en sus próximos planes de acción climática nacional. Es decir, sólo se ha reunido poco más de un tercio del esfuerzo adicional necesario ante la revisión de las nuevas contribuciones de los gobiernos en cumbre de Glasgow (diciembre del 2020). En ella, los países deben mostrar nuevas cartas (para actualizar el Acuerdo de París).

Una figura influyente

Los pequeños logros se han conseguido en gran parte gracias al éxito de la movilización de los estudiantes en todo el planeta, un fenómeno propulsado por las incontables organizaciones nacidas a la sombra de la figura de Greta Thunberg, la joven activista sueca, que no sólo ha refrendado su liderazgo, sino que ha convertido el movimiento por la justicia climática (entre generaciones, entre regiones, entre capas sociales…) en una corriente con fuerza transformadora (al menos, en la escala de valores emergente).

Greta Thunberg, con solo 16 años, consolida su aura de fuerza simbólica de extraordinaria potencia. Sus miradas a Donald Trump confirman y delatan que su figura viene a suplir la ausencia de liderazgos en la acción climática; que el retrato de esta activista adolescente símbolo de una conciencia generacional prematura es un actor relevante en la escena mundial.

Las nuevas generaciones llaman a la puerta de la ONU. ¿Más pruebas? La campaña de Thunberg contra los vuelos aéreos (Quédate en Tierra, Vergüenza a Volar), que suponen el 2,5% de las emisiones de CO2 (y que se duplicarán para alcanzar los 8,200 millones de toneladas de CO2 en el 2037), ha provocado ademas un “miedo escénico” en la nueva conferencia de las compañías (OACI) que se celebra estos días en Montreal.

Más que emotividad

Habitualmente, las conferencias del clima anuales de la ONU suelen incorporar a jóvenes (representantes de diversas regiones del planeta), cuyas intervenciones dan una nota de realismo y emotividad al drama de los estragos climáticos.

Pero en esta ocasión, la escenografía de rutina se rompió con una bronca monumental de la adolescente pecosa a los políticos, a los que acusó de “traición” y de fallar a los jóvenes.

El tsunami de estudiantes desbordó todas las previsiones en la calle estos días y ha convertido a Greta en el gran ariete de la ONU para exigir a las grandes potencias que e incrementar sus políticas de acción climática.

Thunberg ha combatido, además, el negacionismo climático en el propio campo de juego de EE.UU. y lo ha extirpado entre su población joven.

Ella sola hizo jaque a Trump.

Tal vez, por eso, el presidente norteamericano apareció de manera inopinada en la sede de la ONU, antes de irse deprisa y corriendo; parecía que viniera a contraprogramar la conferencia, pero al negar que fuera un desplante induce a pensar en un comportamiento propio de quien explora un territorio que siente ocupado.

El riesgo de la mitología

El mayor riesgo ahora es que la popularidad de Thunberg alimente una mitología con pies de barro o que acabe siendo una Premio Nobel venerado, juvenil y arrinconado por hartazgo, una vez cumplido el ciclo biológico de todo fenómeno mediático. Las evidencias del calentamiento y sus impactos sobre el planeta alimentan la ciencia con conocimientos lo suficientemente robustos y sólidos como para que tengan papel destacado por sí solas; en el futuro el debate público y la negociación política continuarán a impulsos de la ciencia climática. Con o sin presencia de nuevas Gretas.

Empresas innovadoras

Un logro significativo es que un total de 87 grandes empresas (con una valoración de activos de 2,3 billones de dólares) están tomando medidas para sincronizar y alinear sus negocios con las recomendaciones de los científicos, que reclaman limitar los peores impactos del cambio climático; y en entre ellas están tres españolas (Ibedrola, Acciona y Telefónica). Son la constatación de que ciertas empresas sí han decidido dar el paso y adentrarse en la transición energético, algo que tropieza con serias resistencia.

El ejemplo de estas empresas es la mejor noticia en un momento en que muchas corporaciones (sobre todo la banca que financia proyectos de desarrollo de nuevas plantas de carbón) lo fían todo a un lavado de imagen, según ha denuncias de algunas de las grandes oenegés.

La denominada Alianza 2050 (países, regiones, ciudades, empresas..) expresa así su “intención” de tratar de reducir colectivamente las emisiones en al menos un 45 % para 2030 y preparar estrategias nacionales para lograr la neutralidad de carbono a mediados de siglo. Entre los firmantes, están España, Catalunya o las ciudades de Madrid y Barcelona.

Mientras tanto, Alemania, por ejemplo, recordó que aumentará sus fondos para la protección del clima global de 2.000 a 4.000 millones de euros. Sus planes sin embargo demoran hasta el 2038 el cierre de las centrales térmicas de carbón, algo reiteradamente reclamado por Antonio Guterres.

El papel de España

España y Perú, junto con otros organismos y agencias, han creado la Coalición de Impulsores Sociales y Políticos que arrastra a 45 países para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de mujeres y niñas como un componente esencial de las acciones de lucha contra el cambio climático.

Pedro Sánchez reitera el compromiso español ante la acción climática mientras que la ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ha continuado durante sus intervenciones pidiendo unas finanzas que den la espalda a reservas y activos energéticos que son un riesgo para el propio equilibrio económico empresarial

Pese a todo, el mundo necesitaría aumentar sus esfuerzos entre tres y cinco veces para contener el cambio climático, frenar el aumento del calentamiento a 1,5 ºC como máximo (con relación a los niveles preindustriales) y prevenir daños como los que ya se perciben en numerosas regiones del planeta (olas de calor, deshielos, subidas del nivel del margen, huracanes más intensos, mayor recurrencia de fenómenos meteorológicos extremos). Lo muestran también estos últimos 5 años con claras señales de calentamiento. según un informe de l Organización Meteorológica Mundial.

Fuente: La Vanguardia