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El sector del automóvil solo puede recibir ayudas si tiene un plan de neutralidad climática para el 2050

Laurence Tubiana es considerada una de las arquitectas del acuerdo de París (2015) contra el cambio climático. Presidenta de la Fundación Europea del Clima, economista y diplomática, esta experta se ha unido al coro de voces que reclaman al sector del automóvil un compromiso para lograr la neutralidad climática para el año 2050, es decir, conseguir un balance de emisiones cero para esa fecha. Es la contribución que piden a los fabricantes de coches para afrontar el cambio climático.

Tubiana es una firme partidaria de implantar políticas para lograr una recuperación verde. “Que Europa vaya a buscar dinero en los mercados financieros colectivamente es algo fantástico, muy diferente de lo que pasó en el 2008. El New Deal verde europeo me parece histórico”, afirma.

Y aboga por que los fondos europeos y nacionales de reactivación tengan esa finalidad. Por eso, reclama que las ayudas previstas en los planes europeos de reactivación económica incluyan condicionantes ambientales para el sector de automoción o el transporte aéreo, entre otros, para evitar que las emisiones de gases se vuelvan a disparar cuando se salga de la crisis.

Compromiso

A cambio de las ayudas, el sector decir cuánto va a invertir en electrificación

“Los fabricantes de coches deben asumir dos condiciones para recibir estas ayudas. Primero, deben tener un plan de neutralidad climática para el 2050, con un balance de emisiones cero para ese año, y que digan qué van a hacer en los tres primeros años, con particular referencia a los planes sobre los trabajadores en su transición hacia otra tecnología. Y, en segundo lugar, deben decir cuánto van a invertir en el sector de la electrificación”, señala Tubiana por vídeollamada.

En materia de transporte aéreo, Tubiana cree que se pueden reducir drásticamente las emisiones de gases prohibiendo los vuelos cortos para los que haya alternativas terrestres en tiempo razonable, con menos emisiones.

“El sector aeronáutico también debe mejorar la calidad de sus combustibles. Y no puede conformarse con comprar créditos de carbono” y seguir aumentando sus emisiones de CO2, añade, disgustada por el reciente acuerdo que les libra de sus anteriores compromisos..

Aviso

En dos años, como máximo, si no en el 2021, vamos a ver coches de China superbaratos comparados con los que estamos fabricando aquí”

Opina que las ayudas que va a recibir el sector de la automoción no deben otorgarse en función de los coches convencionales de combustión interna actuales producidos, sino pensando en el coche limpio, que definirá la movilidad futura, añade.

“Hay que tener en cuenta que el coche eléctrico ha avanzado mucho en China, hasta el punto de que su gobierno cree que ya casi no necesita ayudas públicas. En dos años, como máximo, si no en el 2021, vamos a ver coches de China superbaratos comparados con los que estamos fabricando aquí. Hay que activar este proceso porque la demanda de aire limpio en las ciudades ya no se puede parar”, añade.

Por eso cree que el Parlamento europeo revisará al alza las condiciones ambientales de estos planes de recuperación pactados, para “reforzar la calidad climática de las ayudas, porque ahora la condicionalidad es muy débil”, observa.

A la vez, cree que esa aportación del Europarlamento tendrá una influencia positiva sobre los gobiernos nacionales (en España o Italia), presionados por los fabricantes.

En Francia se han establecido ayudas para el coche convencional y también para el automóvil eléctrico. “Los gobiernos no se atreven a dar un giro total en las políticas del transporte privado. Esta es una batalla que está por empezar”, recalca.

“Al menos se ha logrado, eso si, que los gobiernos no hayan comprado el argumento de las compañías fabricantes, que querían que todo el dinero fuera a parar a ellas sin ningún tipo de condicionante”, se consuela.

“Se necesita poner condiciones a las ayudas que se den con dinero público; porque hablamos de deuda que, aunque se pague o no dentro de mucho tiempo, va a ser un problema para las futuras generaciones”, alza la voz.

Por eso, exige “que este dinero se destine a acciones que mejoren nuestra calidad de vida y el desarrollo económico futuro”, aun sabiendo que “es difícil hacer oír este mensaje, en mitad de la crisis”.

“La crisis económica, sanitaria y social ha hecho dudar a muchos gobiernos de la idea de una recuperación verde”

Tubiana admite que no hay un ambiente propicio para dar continuidad a la acción climática emprendida en el acuerdo de París.

“La tensión geopolítica está causando daño en la acción climática”, sentencia.

En este sentido destaca la batalla comercial entre Estados Unidos y China, o “la situación demencial” de Brasil.

“Estamos ante actores que, claramente, no ven el clima como un asunto importante en la definición de la política internacional”, sentencia.

“A todo esto se une el problema de la crisis económica, sanitaria y social, que ha llegado a un punto en que ha hecho dudar a muchos gobiernos de la idea de una recuperación verde” mundial, dice Tubiana.

Lamento

«Estamos ante actores que, claramente, no ven el clima como un asunto importante en la definición de la política internacional”

La propuesta de una recuperación verde ha tenido gran eco pero choca (añade) con el ansia de China de querer aumentar rápidamente su PIB con inversiones en el sector industrial y las infraestructuras públicas.

Por su parte, “Estados Unidos es una catástrofe”, pues “muchos de los fondos de recuperación han ido a parar al sector de las energías fósiles”.

“El contexto de la crisis no favorece, por razones obvias, un cambio rotundo en las políticas económicas”, señala.

Motivos de esperanza

Lo que le hace ser ahora optimista son las próximas elecciones en EE.UU.

Tubiana resalta las dificultades que atraviesa el acuerdo de París, puesto que la nueva ronda de negociaciones (para ampliar la ambición climática) se demora hasta noviembre del 2021 en Glasgow. Elogia en cambio la firmeza de la CE que –“sin esperar a nadie”– sigue decidida a mantener su plan para reducir las emisiones de gases un 55% en el 2030 respecto a las de 1990.

“Lo que hace ser más optimista ahora son las próximas elecciones en EE.UU y, aunque todo es incierto, hay más oportunidades”; los demócratas han prometido volver al acuerdo de París (del que se desvinculó Trump) si ganan las elecciones y anunciarán nuevas acciones para reforzar el pacto.

Otro signo positivo es que el capital público y privado ve cada vez más claros los riesgos económicos que suponen las actividades de inversión en combustibles fósiles a corto y medio plazo.

“Esto, sobre todo, se ve en el sector del carbón, y ya se va empezando a notar en el del petróleo. Es algo que no pasaba hace solo 5 años”.

También observa que muchos sectores económicos creen que “la recuperación debe ser verde porque esa será la apuesta de los mercados dentro de pocos años”, añade.

En paralelo aprecia una división entre grandes compañías (energía, automoción, el acero o el cemento).

Muchas ya planean emprender acciones de protección climática, mientras que hasta ahora globalmente estas compañías “o no se lo creían” o sólo esgrimían un discurso formal aparente (de lavado de imagen verde).

“Ahora hay una mayor discusión social y política, y criterios más amplios de lo que debe ser la acción climática. La preocupación por el cambio climático ocupa las posiciones más altas en las escalas de intereses ciudadano”, agrega.

La experta internacional ve signos positivos también en otros “movimientos de transformación de fondo” como la movilización en India contra la contaminación (protesta que hasta era muy débil) o el cambio de rumbo en la UE, con su apuesta por una recuperación verde.

Fuente: La Vanguardia