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La UE ultima el lanzamiento de sus índices climáticos

Los índices climáticos europeos verán la luz de forma inminente. La UE ha trabajado con rapidez para que se apruebe una serie de recomendaciones que permitirán que los proveedores privados puedan lanzar índices bursátiles con una especie de sello de calidad climática europeo, siempre y cuando los elaboren siguiendo los criterios establecidos por la Comisión Europea. La adopción de estos estándares por parte de la Comisión debería estar muy cerca, teniendo en cuenta que lo previsto (según el propio calendario de la institución) era que se hubiese producido en el primer trimestre de este año.

Las recomendaciones para elaborar esos índices climáticos fueron presentadas hace ya unos meses por el Grupo Técnico de Expertos de la Comisión designado para ello (el TEG, por sus siglas en inglés). Una vez aprobadas, será preciso transponerlas a las legislaciones nacionales, pero se espera que antes de 2022 haya finalizado todo el proceso.

Lo que se ha creado son los estándares para dos tipos de selectivos: los Índices de Transición Climática y los Índices Alineados con el Acuerdo de París. Ya hay proveedores dispuestos a adoptarlos: una de las principales fábricas de índices globales, el grupo S&P Dow Jones, ha anunciado el lanzamiento de su S&P Eurozone LargeMidCap Paris- Aligned Index, y del S&P Eurozone LargeMidCap Climate Transition Index. En el futuro, el mismo grupo lanzará más indicadores de ambos tipos y para otras geografías y tamaños: «En los próximos meses, S&P Dow Jones prevé anunciar la creación de más índices siguiendo estos dos benchmarks». Podría extenderlos a las diferentes regiones y países de Europa, Estados Unidos y otros mercados desarrollados.

Mirando ahora hacia España, ¿se está planteando algún proveedor desarrollar una especie de versión climática del Ibex? Fuentes de Bolsas y Mercados Españoles (BME) señalan que la nueva regulación es muy reciente y que una nueva familia de índices de sostenibilidad no es algo que se cree de la noche a la mañana, pero reconocen que «BME, como gestor de índices significativos, está trabajando intensamente en esta línea».

Según se explica en el reglamento de la UE 2019/2089 sobre índices de referencia, a día de hoy existe una «divergencia de planteamientos en materia de metodologías» relativas a dichos selectivos, lo que provoca que sus usuarios no sepan «con certeza si un determinado índice de bajo impacto carbónico está en consonancia con los objetivos del Acuerdo de París o simplemente tiene por objeto reducir la huella de carbono de una cartera de inversión estándar». De ahí la necesidad de regularlos más a fondo.

Climáticos, no sostenibles

Los dos tipos de indicadores cuyos estándares se han creado no son sostenibles o ASG (acrónimo que se utiliza para aludir a los criterios ambientales, sociales y de gobernanza), sino que están centrados exclusivamente en la A (en el medio ambiente) y, más particularmente, en la transición climática. Ambos incorporarán, junto a los objetivos de rentabilidad, «objetivos específicos relacionados con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y la transición a una economía baja en carbono, a través de la selección y ponderación de sus componentes» según se explica en el informe final sobre benchmarks del grupo de expertos.

Los grandes índices de referencia en sostenibilidad más conocidos a día de hoy responden a criterios ASG, no solo climáticos -aunque es cierto que la familia de índices MSCI cuenta con una gama de selectivos de cambio climático-. Pero Verónica Sanz, responsable de análisis y estudios de Spainsif, aclara: «En realidad, aunque la razón de ser [de estos dos nuevos benchmarks europeos] es puramente ambiental, no obvian aspectos sociales y de buen gobierno; por ejemplo, excluyen determinados sectores con actividades controvertidas [lo cual entraría en la categoría de gobernanza]». La UE ha priorizado estos indicadores y no otros porque el principal problema que detecta en este momento es la lucha contra el cambio climático, pero no es descartable que en el futuro siente las bases para la construcción de índices ASG, o bien centrados en la S, o en la G.

Requisitos para entrar en el índice

La gran ventaja de estos nuevos selectivos -o, mejor dicho, estos dos estándares para la elaboración de selectivos- es que los indicadores que nazcan de ellos serán comparables entre sí. Cada uno tiene sus propias exigencias: el Alineado con el Acuerdo de París es más estricto que el de Transición Climática en lo relativo al nivel de emisiones de gases de efecto invernadero permitido a sus miembros, que debe ser un 50% inferior al del universo de inversión -es decir, al del total de empresas en las que se puede invertir-, frente al 30% inferior que se exige en el de Transición Climática.

Además, ambos tipos de índices deben reducir cada año, al menos, en un 7% la intensidad de los gases de efecto invernadero (esta exigencia es para el conjunto del índice; no existe un requisito para las empresas a título individual). Y los dos excluirán, entre otras, a compañías ligadas a lo que se denomina «armas controvertidas», así como a las que generen «daños significativos» al medio ambiente).

A esas exclusiones, los Índices Alineados con el Acuerdo de París -que deben su nombre al pacto firmado en 2016 en el seno de las Naciones Unidas para reducir las emisiones- añaden otras para las empresas que hagan dinero con el carbón, el petróleo o el gas. El objetivo es caminar hacia las cero emisiones.

Estos índices, ¿serán más puros que los que hoy conocemos? Uno de los objetivos que persigue la Comisión es precisamente luchar contra el greenwashing -la utilización de la etiqueta de verde como una mera herramienta de marketing-. Los nuevos selectivos «serán más ordenados. Todos ellos cumplirán con los mismos requisitos», explica Sanz.

Los datos necesarios para acceder o no a estos índices entrarían dentro del apartado de información no financiera. ¿Dificultará esto que las pequeñas empresas españolas, menos obligadas que las grandes a facilitar esos datos, opten a entrar? Sanz no lo cree: «Por un lado, cada vez más empresas pequeñas tienen que reportar este tipo de información. Por otro, la mayoría de las compañías españolas están bastante alineadas con los requisitos de descarbonización que se están incentivando», opina.

Fuente: El Economista