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La automoción reclama tiempo para una movilidad de ‘cero emisiones’

El futuro de la movilidad del ser humano, pero también de las mercancías con las que comercia, pasa por ser cero emisiones. El ministro de Fomento en funciones, José Luis Ábalos, apuntó durante el discurso pronunciado en la inauguración del Transport Day, que el sector del transporte es el principal emisor de gases de efecto invernadero, que en España supone el 27% de las emisiones.

Así, el ministro plantea que será imposible alcanzar los objetivos climáticos a los que se ha comprometido España si no se consiguen reducir las emisiones del transporte. Por ello, destacó que Fomento trabaja para reducir emisiones del transporte en un 32% hasta 2030. Los agentes económicos involucrados en la movilidad muestran su adhesión sin fisuras con el objetivo de una mundo sin emisiones, pero las dudas surgen con el ritmo de la transición.

Diferencias en los ritmos

Yaquí, hay versiones distintas. Las administraciones -comunitarias, nacionales, autonómicas y locales- quieren forzar la marcha y exigen a la industria en general, y a la de automoción en especial, duras rebajas de los niveles de emisión. El sector del motor reitera su compromiso con la descarbonización, pero apunta dos matices: el esfuerzo inversor que han afrontado en los últimos años para cumplir con los requisitos de contaminación debe tener sus retornos y que la automoción no es el único responsable de las emisiones del transporte.

La Agencia Europea del Medio Ambiente mide el impacto medioambiental de los distintos medios de transporte en función de las emisiones de CO2 que libera por pasajero y kilómetro recorrido. El avión está a la cabeza con 285 gramos de CO2, a bastante distancia se encuentran los camiones, con 158 gramos de dióxido de carbono, mientras que el coche emitiría 104 gramos de CO2 por pasajero y km. La moto libera 72 gramos y el autobús, con un promedio de 12,7 viajeros, provocaría la emisión de 68 gramos de CO2. El tren lo rebaja a tan solo 14 gramos de dióxido de carbono por cada pasajero que transporta.

Sin embargo, la mayoría de pasajeros y mercancías se mueve por carretera, por lo que según la Estrategia Española de Movilidad Sostenible, en 2006 la carretera causó el 89,2% de las emisiones del transporte, la aviación nacional el 6,6%, el cabotaje marítimo el 3,9% y el ferrocarril el restante 0,3%. Así, pues, se comprende la insistencia de incidir en la automoción.

Como respuesta al peso del asfalto, las administraciones apuestan por la electrificación como solución a la movilidad del futuro. Bajo esta premisa, el Gobierno español mantiene como objetivo que en 2030 habrá circulando en España algo más de 5 millones de vehículos eléctricos (entre turismos, furgonetas y motos). Para ello, tiene una previsión de ventas que pasará de los 24.000 vehículos (unos 10.000 de ellos turismos) este año a casi 1,3 millones en 2030. El despegue se producirá, no obstante, en 2027, cuando se superará el medio millón de vehículos matriculados.

Sin embargo, cinco millones de vehículos eléctricos circulando no son tantos si se tiene en cuenta que la flota actual es de 33,7 millones de vehículos, 24 millones de ellos turismos. Por tanto, a pesar de las prisas, los ritmos son lentos. El Grupo Volkswagen ha anunciado que para 2050 todos los vehículos que fabrique serán eléctricos, una fecha similar a la que barajan los otros grandes grupos de automoción. Mientras tanto, se seguirán vendiendo coches de combustión.

El reto, según apuntan desde el sector, es que los motores de gasolina y diésel sean cada vez más eficientes, pues en opinión de la industria, las administraciones deberían mantener una «neutralidad tecnológica» y presionar para que las emisiones sean las menores posibles, sin imponer ninguna tecnología.

Fuente: El Economista