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El precio del carbono, clave en la lucha contra el cambio climático

La fijación del precio del carbono se ha convertido en una de las claves más importantes en la lucha tanto de las empresas como de los países en su lucha contra el cambio climático. Este mecanismo, que nació para frenar el daño medioambiental que produce el calentamiento global, asigna un precio a las emisiones de gases de efecto invernadero para redirigir la inversión pública y privada hacia modelos de producción que contribuyen a descarbonizar la economía.

Desde su nacimiento, con el Protocolo de Kioto en 1997, el mercado de emisiones de dióxido de carbono donde empresas y países adquieren y venden certificados de derechos de emisión ha ido adquiriendo importancia y volumen, hasta el punto de que en la próxima COP25 la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que tendrá lugar en diciembre en Santiago de Chile será uno de los principales objetos de revisión y debate.

En este contexto, el Economista, con la colaboración de Acciona, celebró en su sede en Madrid el Observatorio Comprar y vender CO2, donde varios de los agentes y empresas implicados en este proceso expusieron las virtudes y las dificultades que aún encuentran en el mercado. Participaron en el debate José López-Tafall, director de Regulación de Acciona; Alfredo Sánchez Vicente, jefe de Área de Mercados de Carbono de la Oficina Española de Cambio Climático; Ismael Romeo, director de Sendeco2; Eric Bernard, Head of Trading en Factor Trading; y Alberto Abánades, profesor del Departamento de Ingeniería Energética de la Universidad Politécnica de Madrid; junto al adjunto al director de el Economista, Rubén Esteller.

Los expertos coincidieron en señalar que las empresas ya han asumido el coste de este mercado de compraventa, pero apuntaron que el problema sigue siendo cómo se consigue esta reducción de emisiones y el mecanismo que consiga internalizar las mismas. «Estamos avanzando, pero aún hay dispersión», admitió José López-Tafall . «A día de hoy, solo el 15% de las emisiones están sometidas a este sistema.

En China se dice que se va a implantar y llegaría hasta el 20%, pero para 2020 debería llegarse al 25% y aún estamos lejos», añadió. Para el director de Regulación de Acciona una de las dificultades es la diferencias de precios de las emisiones de CO2 actuales. «El nivel de precio impuesto es muy diverso. Puede haber desde los 130 euros por tonelada de Suecia a países donde puede costar un dólar», aseguró. «En Acciona defendemos un precio mínimo de CO2 a nivel mundial o por lo menos europeo y una implantación gradual de este sistema para que sea eficaz y sostenida en el tiempo», afirmó López-Tafall.

Estas diferencias, según los expertos, hacen que las empresas sigan en muchos casos dependiendo de los gobiernos para tomar decisiones en lucha contra la reducción de emisiones. Por eso los participantes apostaron por reforzar los mecanismos con los que el sector privado pueda adquirir más responsabilidades. «Las empresas tenemos opciones de internalizar nuestras emisiones y tenemos que decir mucho más. En Acciona somos neutros en emisiones desde 2016 y hemos internalizado el precio de las emisiones en la puesta en marcha de nuevas inversiones, pero los problemas de implantación no pueden paralizar los procesos que frenen inversiones porque un país lo tenga parado. Si lo podemos decidir en las empresas sería mas útil» indicó el responsable de Acciona.

Las empresas dependen de los gobiernos para tomar decisiones en lucha contra la reducción de emisiones

En este punto, Alfredo Sánchez Vicente apuntó que las reglas de este mercado del carbono se establecieron en el Acuerdo de París de 2015 y ya dos años después en Bonn se vio que había puntos de vista de diferentes. «La clave es poder llegar a acuerdos en la cumbre de Chile este mes de diciembre», dijo. El jefe de Área de Mercados de Carbono de la Oficina Española de Cambio Climático recordó la magnitud del problema al que nos enfrentamos. «El impacto del cambio climático, según el último informe de Naciones Unidas, es de un aumento de 1,5 grados en 2050 y si todos los compromisos de los países se cumpliesen sería un aumento de 3 grados en 2100. Esta es la magnitud del problema. Para llegar a 1,5 grados se necesitan dejar las emisiones a cero en 2050. Y eso es un reto no solo de los gobiernos, sino también de las empresas», apuntó.

El experto en cambio climático aseguró que la intención de su organismo es conseguir que la inversión de las empresas en otros países sea atractiva. «La Unión Europea lucha por que el mercado sea muy cerrado, para que no existan agujeros negros de emisiones y así poder llegar a ese objetivo del 1,5 grados y limitar el impacto del cambio climático», añadió. «Es cierto que todavía hay diferencias entre los 195 países que firmaron este pacto, pero todo el mundo lo tiene claro y somos optimistas para llegar a un acuerdo en Chile», dijo el portavoz de la Oficina Española de Cambio Climático.

Tensiones en el mercado

Ismael Romeo, director de la empresa Sendeco2, especializada en transacciones con derechos, puso de manifiestos los «claroscuros» que a su juicio hay actualmente en el mercado de compraventa de CO2. «Desde los inicios se hicieron las cosas deprisa y corriendo y ahora es imposible homogeneizar los precios», dijo. Para ello, hizo un recorrido de la evolución del precio en los últimos meses. «En enero de 2018, el precio del CO2 era de 8 euros. Las previsiones decían que el precio se movería entre 20 y 25 euros en 2021. Y en julio de 2018 ya estábamos en ese nivel. Se multiplicaron por tres los precios. Y eso no responde a algo natural ni pasa en otros mercados, así es que algo falla», afirmó. «Las empresas tienen previsiones a largo plazo pero a cinco meses nadie puede soportar esos cambios. Está claro que desde las administraciones públicas en Europa se ha hecho mucho hincapié en que sea un mercado atractivo, que haya incentivos, pero que eso pase de golpe no tiene sentido. Hay empresas a las que les cuesta cubrir sus emisiones y muchas instalaciones que no han podido cumplir y eso antes era residual», afirmó. Para el director de Sendeco2, el problema radica en que hay actualmente «posiciones dominantes y seguramente especulativas que ven atractivo el mercado de CO2 y mantienen precios al alza», afirmó.

Por su parte, el Head of Trading de Factor Trading, Eric Bernard, vio más bondades al mercado actual. «Funciona como un mercado de incentivos. La empresa que hace esfuerzos puede ganar dinero. Eso fomenta y acelera la transición energética y a las eléctricas les lleva a una descarbonización más acelerada», aseguró. Bernard analizó también el comportamiento de los precios. «Es cierto que los precios son importantes, pero las oscilaciones han venido por las distintas fases que tiene el proceso. Ya estuvimos en 30 euros en la primera fase y luego descendió y se fue acumulando sobre asignación. En 2017 estuvo a 5 y 6 euros y se pusieron mecanismos que hicieron que el precio subiera. Y ahora en 2019 se han puesto mecanismos que hacen acotamiento de derechos. En mi opinión, con los precios muy bajos no se anima a grandes empresas a participara del proceso». Para el representante de Factor Trading, el mercado de compraventa de CO2 está elaborado «para que las empresas vayan haciendo esfuerzos y que las generadoras de electricidad tengan incentivos para abandonar el carbón por el gas, que es ahora la energía de transición hacia las renovables». Según Bernard, el mercado europeo de CO2 «sirve como espejo a otros países y anima a sus empresas a hacer la transición necesaria con el objetivo de que en 2050 tengamos una economía de emisiones neutras en CO2«, afirmó.

Con los precios muy bajos no se anima a grandes empresas a participara del proceso

El profesor del departamento de Ingeniería Energética de la Universidad Politécnica de Madrid Alberto Abánades abogó por comprender que como en todo cambio productivo, el mercado de CO2 también necesita un periodo de aclimatación. «Tiene que haber un proceso de adaptación. El mercado es un ente imperfecto y hay que intentar adaptarlo, porque es cierto que no es lógico que de golpe el precio suba tres veces», señaló.

«Pero lo que logra es fomentar el desarrollo de las nuevas tecnologías disruptivas y solo así será posible la descarbonización que necesitamos», apuntó el profesor. Alberto Abánades sí apostó por incluir medidas que refuercen estos estímulos. «En los EEUU en lugar de establecer impuestos apuestan por una prima, hay quien reduce emisiones», dijo.

El profesor apuntó que actualmente hay sistemas de captura y utilización de CO2 con nuevas tecnologías, «pero el problema está en que todavía se les grava y penaliza cuando en realidad están retirando CO2 y esto es lo que hay que cambiar». «Hay tecnologías que pueden hacer que el CO2 se convierta en un mercado tradicional, para que haya interesados en comprarlo y poder hacer productos de interés, por ejemplo para agua carbonatada», apuntó. «Lo importante sería una unificación de mercados, porque si se da el caso de que tienes una fábrica en España que le puedan gravar por producir CO2 y resulta que en Marruecos no tienes ese impuesto, cualquier empresa la cambia y vamos a tener problemas de deslocalización», advirtió.

Los participantes coincidieron en la necesidad de un sistema global para este mercado, pero hasta ese momento, las empresas deben impulsar este recorrido.

Incentivos para descarbonizar

Para lograr ese impulso entre las empresas, los expertos reclamaron algún tipo de incentivo. «Uno de los problemas que tenemos es que el mercado no reconoce el esfuerzo de las empresas por descarbonizar», apuntó López-Tafall. «En la ley de contratos no hay una apuesta por la compra pública verde. Y sería interesante que la administración te valorara por tu compromiso verde o por tu huella de carbono», afirmó el directivo de Acciona. Los participantes destacaron que ya hay ejemplos a seguir en este sentido como en el País Vasco o en Baleares.

Eric Bernard apostó por incluir índices de sostenibilidad para las empresas como ocurre en EEUU. Y Alfredo Sánchez señaló que los mercados de precio del carbono al final son una pequeña herramienta dentro de todo lo que se puede hacer. «Hay un margen de mejora con otras leyes que hagan que la administración pública y cualquier empresa pueda compensar sus emisiones», admitió.

Fuente: El Economista